lunes, 8 de junio de 2015

Intolerantes


La desfachatez con la que los intolerantes airean su radicalismo rebasa el cinismo, el descaro y potencia al máximo la hipocresía en todos los sentidos. El hecho se agrava cuando pocos salen a frenarlos y, para colmo, son acusados de no respetar el juego democrático.

No sin intención estos radicales confunden a una opinión pública no falta de culpa. Amparándose en unos supuestos derechos se permiten el lujo de pisotear los de los demás. Utilizan el mismo recurso que los fascistas: si eres demócrata, tienes que respetar mis ideas y mis ideas dicen que hay que acabar con los demócratas.

Demasiada cautela no exenta de miedo manifiestan los responsables por velar las reglas que respetan la libertad de expresión para todos. No hay postura más intolerante que la de unos intransigentes nacionalistas que aprovechan un acto deportivo para demostrar su total desprecio contra los símbolos de la otra manera de entender la nación. La final de Copa del Rey de España es ese claro ejemplo donde los que han maltratado la libertad de expresión se reconfortan en una manipulación de los hechos para así atenazar cualquier reproche o censura en su contra.


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