sábado, 20 de junio de 2015

Decálogos


         Inspirados en Los Diez Mandamientos del monte Sinaí, han surgido por todas partes acomodando cualidades, consejos, normas... bien ciñéndose al número diez para quedar incompletos, o bien forzando la imaginación hasta lograr cubrir esa decena de principios que por definición encierra un decálogo.

         Se mire como se mire un decálogo es un absurdo modelo en torno a la supuesta perfección del número diez. Aceptamos que nuestras cuentas se ordenan mejor con el sistema decimal; eso no implica que nuestros ideales se reduzcan a diez, ni se rijan por diez. A la primera lectura ya incitan a la sospecha todos esos decálogos que circulan en manuales, en presentaciones, resúmenes... o falta o sobra, pero diez, seguro que no son diez los puntos que debemos tener en cuenta.

         Así pues, casi todos los decálogos apuntan redundancias y muestran carencias, como las Tablas de la Ley de Moisés. En ellas los dos últimos mandamientos son complementos de los anteriores y, sin embargo, se omiten otros preceptos tan importantes como no acapararás más riquezas que las que necesites, o no te aprovecharás de las desgracias ajenas. Que una cosa es la ley, otra la ética y otra muy diferente el número diez.


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