La existencia
viene como consecuencia del pensamiento. Hay una relación muy estrecha, tan
íntima que supera el simple hecho de vivir. Porque vivir lo hace cualquier ser
vivo, desde una esponja de mar hasta el simio con la inteligencia más desarrollada.
Existir, solo existe quien piensa.
La humanidad con sus constantes avances
tecnológicos y científicos explica o trata de explicar las leyes que rigen su
entorno. Cada vez estamos más cerca de resolver el enigma de la vida. Con todo,
entender nuestra propia existencia
parece que se escape de toda ciencia o disciplina humana. Acumulamos
razonamientos y fijamos axiomas. Aun así, ninguno se ve con el atino suficiente
para responder al pienso, por lo tanto
existo de Descartes.
Y sin ánimo de hacerlo, solo podemos
puntualizar que el referente exclusivo que nos permite medir la existencia es el tiempo. No la magnitud
física, sino la percepción del transcurso de las horas, los días y los años.
Los humanos somos el único ser viviente que en su código de comunicación
incluye la información temporal, necesaria para poder distinguir vivir de existir. Algo que, por supuesto, no a
todos interesa.
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