Una leyenda nace en el seno de un acontecimiento
verídico singular. Sobre él se va generando un envoltorio de hipérboles,
mitificaciones y símbolos que lo transforman en un relato único que se eleva
por encima de la propia realidad.
Los tópicos también se alejan de ese caso concreto
original al que hacen referencia. Sin embargo, los tópicos son producto de la
repetición y la frecuencia con que se multiplican las situaciones. De allí se
extienden mediante analogías y el capricho de la asociación de ideas hasta
alcanzar el rango de ley populista.
Y los tópicos, ahora axiomas irrefutables de
charlatanes, generalizan absurdos, arrasan las constantes excepciones que les
surgen y se convierten en argumentos principales de las disertaciones de los
intransigentes, incapaces de distinguir las profundas diferencias entre casos
semejantes.
Mientras una leyenda abre una historia a la
Literatura, un tópico conduce la estadística al ridículo.
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