Escandaliza el doble rasero con el que funcionan
algunas sociedades y estados del mundo.
No es aceptable que, por ejemplo, los Estados Unidos
se rijan por unas leyes que condenan con rigor la explotación infantil o la
agresión al medio ambiente mientras que sus empresas con expansión
internacional se refugien en países donde puedan aprovechar estas malas prácticas.
Recordemos que la ley norteamericana admite la intervención en territorios
ajenos siempre y cuando consideren que la seguridad nacional esté en peligro.
De todas formas, más censurable es el caso de Suiza.
Algunos proponen como modelo a este estado por sus prestaciones sociales,
garantías de libertades de sus ciudadanos y su neutralidad internacional. Nada
más lejos de la realidad, porque el potencial económico de Suiza arranca de sus
propios bancos que protegen el capital de las dictaduras más sangrientas, de
los gobernantes más corruptos del mundo, así como los beneficios de las más
grandes estafas, desfalcos y el crimen organizado.
Con esta doble moral los poderosos garantizan una
burbuja de bienestar dentro de sus fronteras a costa de las miserias de los
países menos afortunados.
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