viernes, 21 de junio de 2013

Pupitres




Cuando las aulas se libran de su público, el silencio de los pasillos cubre el bullicio de los días de clase y parece que la tregua estival será respetada, muchos olvidan que todavía falta lidiar la última batalla, la del personal de limpieza contra esos pupitres rayados, pintados y graffiteados.

Es el otro clamor de un año escolar. Cada pupitre da testimonio de una reflexión vital para la que el alumno no ha encontrado mejor espacio donde expresarla. En los pupitres resuena el nombre, repetido mil veces en mil mesas si se pudiese, de ese amor -¿efímero?- que tanto se había deseado, se graba la fecha de una primea cita... También sobre los pupitres se esparcen aquellas operaciones matemáticas que no cupieron en la hoja de examen, o el esquema nemotécnico -no sabremos nunca si escrito antes o durante la prueba- que sirvió para alcanzar un aprobado. En los pupitres escuchamos gritos de victoria por el equipo campeón y se exponen complejos dibujos trabajados durante tediosas e interminables horas de clase. En los pupitres también hay mensajes para los enemigos, como es de esperar.

Y todas esas huellas de vida acabarán desapareciendo ante los fuertes disolventes que el personal de limpieza empleará con eficacia. Así, el diario apócrifo de la vida escolar dispondrá de nuevo las páginas en blanco para que a lo largo del nuevo curso los anónimos escritores vuelvan a plasmar sus vivencias.

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