jueves, 27 de junio de 2013

Tatuajes





Elaborados, iconográficos y polícromos, igual dan que simplemente unas mínimas huellas inyectadas en la misma dermis. Complejos o escuetos, dibujos que disimulan marcas del cuerpo o aprovechan los caprichos de los músculos, mientras que los más íntimos se esconden por los ocultos rincones de la anatomía.

Práctica milenaria ha abandonado los cuerpos de los antiguos guerreros y de los marinos de voz rota por el ron para apoderarse de la estética de un gran número de habitantes de las ciudades más modernas. Quizá se extendió entre la gente como una moda, o quizá como una epidemia con secuelas de por vida; lo cierto es que millones de cuerpos se muestran tatuados por todo el mundo.

En su origen funcionó como un elemento identificador de los miembros de una misma tribu. Hoy también permite reconocer a esos exhibicionistas ambulantes que han invertido todo su tiempo en insuflarse pigmentos bajo la piel. Cada tatuaje no es arte, es un testimonio consumado de inútil paciencia.

No hay comentarios: