sábado, 15 de junio de 2013

Condiciones





Al amor sincero no se le impone condiciones. Eso es para los contratos, los pactos y otras relaciones de intereses.

Cada condición que se reclama entre amantes es una fisura. Después crecen grietas quebradas en la desconfianza. Dictar condiciones equivale a mandar, gobernar y dirigir los sentimientos de la persona amada. Quien reclama condiciones no ama, domina y menosprecia a quien las acepta. Al exigir condiciones todo se fuerza: cada mirada, cada palabra, cada caricia. Entonces se pierde el impulso natural del amor y empieza el miedo. Quien cede a las condiciones renuncia a su libertad y también al amor.

Cuando se declara el amor a una persona no se presenta un listado de exigencias, ni se puede medir ningún compromiso. Cuando se entrega el amor se hace de manera incondicional. Basta solo sentirlo.

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