jueves, 5 de febrero de 2015

Tóxicos


         Se agradece y mucho sentirse rodeado de compañeros que apoyan, comparten y empatizan, especialmente en las situaciones adversas. Con ellos se genera una atmósfera de confianza y un buen ambiente de trabajo. Los problemas de uno los son de todos y esa es la mejor manera de sobrellevar la ya de por sí complicada vida laboral.

         Es evidente que si hablamos de una empresa en la que convive mucha gente, no siempre la relación entre los compañeros es la idónea. Suele haber alguno que se considera señalado hasta el punto de imaginar una obsesiva persecución personal cada vez que se toma alguna decisión, que siempre interpretará como perjudicial.

         Incapaz de reconocer su desmotivación, falta de interés y nula participación, su descontento toma forma de una eterna letanía de lamentos y quejas sin consistencia alguna. Para este plañidero que no deja de llorar todo funciona mal, pero si se le invita a proponer alguna solución se refugia en un no sé, no es mi problema retomando en voz baja su triste oración diaria con la que maldice su suerte.

         Ante estos personajes tóxicos y contaminantes existe una respuesta muy sencilla: evitarlos. Afortunadamente siempre hay muy pocos.


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