martes, 17 de febrero de 2015

(No son) sindicalistas


Difícilmente se puede confiar en aquellos que predican la virtud y la pobreza para después caer en las bajezas más indignas del ser humano. Por culpa de furibundos predicadores con doble vida han apostatado muchos.

Por desgracia también nuestros sindicatos empiezan a atufar a ese malolor con que la mentira impregna los más nobles ideales. No son cuestionables ni la falta que hacen a la clase trabajadora ni el tremendo sacrificio de muchos abnegados sindicalistas en defensa de derechos y logros sociales. Los que no soportan ningún análisis son algunos de sus líderes, tan sensibles a la corrupción como el más egoísta y desconsiderado de los políticos.

Esos mal llamados sindicalistas han olvidado su origen humilde y a sus compañeros de trabajo entrando en el circo de los intereses donde se pacta sin escrúpulos y solo se considera el beneficio personal a costa de traicionar esos principios de justicia y reivindicación. Hoy el listado de instituciones sindicales y sindicalistas históricos no se libran de transmitir el desencanto que a la sociedad en general llega.

Lo grave es que ellos reclamaban transparencia, respeto por la clase trabajadora y justicia... aunque al parecer no creían en esos valores.


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