Cualquier hecho violento que genere tan solo una
víctima merece el repudio más absoluto. En sí, cualquier hecho violento, en
general. Este enunciado aparentemente se presenta como una proclama más, y ahí
empieza a perder su fuerza. Todos los principios universales de convivencia
condenan la violencia, sin embargo esta sigue presente entre nosotros.
Los noticieros reservan un espacio para informar de
los grandes incidentes con violencia. Con ello no confirman que realmente tomen
una postura que rechace estos actos; todo lo contrario, demuestran tanta falta
de posicionamiento, tanta insensibilidad ante la tragedia… que se convierten en
mecánicos transmisores de una realidad sin saber contextualizar la dimensión
del daño.
Han caído en tal monotonía y desconsideración que
una y otra vez, cuando cuantifican las cifras de las víctimas, añaden la
coletillas de entre los muertos había
mujeres y niños. ¿Qué pasa? ¿Acaso si las víctimas hubiesen sido solo
hombres esa violencia ya estaba justificada?
Víctimas: ni mujeres, ni niños… ni hombres: ¡nadie!
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