sábado, 3 de abril de 2021

¡Es mi cuerpo, yo decido!

 Día 481º de la pandemia del Covid-19. Continúo asintomático y sin vacunar. En estos diez días transcurridos desde mi regreso las preguntas que hacía al aire respecto a AstraZeneca se han ido reformando a partir de las noticias recogidas en prensa.

Una de las novedades más significativas es el cambio de nombre. Ya no será AstraZeneca sino que pasará a llamarse Vaxzevria. Así, de un plumazo, responden a la opacidad informativa que se denunciaba. Lo malo para el laboratorio es que surge otra nueva pregunta: ¿Cambio de nombre… para ocultar lo que ya empezó mal? Pintar un casa sin arreglar las tuberías con desperfectos es el recurso de las inmobiliarias que estafan a sus clientes. Esta jugada es puro cinismo.

A esto he de añadir que hace dos días recibí un mensaje de mis autoridades sanitarias que me emplazan para ser vacunado con AstraZeneca el próximo 6 de este mes. ¡Qué manera de jugar con la salud de la gente! En estos diez últimos días Reino Unido ha reconocido treinta casos de trombosis, en Francia hay otros cinco de los que han fallecido dos y Holanda, tras la muerte de una persona por trombosis han vuelto a modificar el rango de edad de administración de esta vacuna… Aquí cierran los ojos ¡y me envían un aviso para que participe en esta lotería de la vida!

La EMA sigue sin querer relacionar estos casos mortales con la AstraZeneca/Vaxzevria aunque la UE ya ha dejado caer que para el segundo semestre de este año se dejará de administrar. Sospecho que hay un pacto encubierto para dar salida a las existencias ya fabricadas. De ahí que en mi ciudad, donde no se ha vacunado todavía a la gente entre 70 y 80 años, saltándose ese rango, están convocando de manera acelerada a los nacidos en 1956 y 1957, aumentando la presión social para que la gente acuda a vacunarse.

Con la excusa de que no hay más existencias, las autoridades españolas, además de protegerse con la coartada que la EMA les facilita, niegan la opción de elegir el tipo de vacuna. Se olvidan de un principio elemental al que desde aquí apelo: ¡Es mi cuerpo, yo decido!

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